No
voy a escribir una apología sobre mis hábitos lectores, no se trata de escribir
sobre si soy o no un lector de numerosos libros que ayuda a aumentar los promedios
de lectura del país.
Diré que anteriormente me he declarado un lector lento,
uno de esos que lee por el mero placer de adentrarse en libros de literatura,
de investigación, de historia sin ningún afán distinto al de acceder al
conocimiento.
Pero
hoy, después de la lectura del artículo “Más información, menos conocimiento”
del siempre sorprendente Mario Vargas Llosa, quiero declararme también un
lector prehistórico. Y lo hago por gusto.
Porque
siguiendo el artículo del Premio Nobel que publicó en su columna Piedra de
Toque en El País de España, termino siendo ese tipo de lector que busca en sus
lecturas de Homero, Walt Whitman, León Felipe o de García Márquez poner toda su
atención, su reflexión y su paciencia al servicio de libros como “La Odisea”, “Canto
a mí mismo”, “Antología rota” o “El coronel no tiene quien le escriba”.
Pero
a la vez, leyendo este poderos artículo, arsenal disparado contra las nuevas
tecnologías, me surge una pregunta íntima, personal: ¿cómo no caer en el juego
de las sociedades del conocimiento si hago parte de ellas al hacerme
profesional a través del uso de las nuevas tecnologías?
Y la
respuesta la hallo en las palabras del intelectual mayor que es Vargas Llosa
cuando nos dice en ese mismo artículo que:
“[…]
debemos
inquietarnos si ese progreso significa aquello que un erudito estudioso de los
efectos del Internet en nuestro cerebro y en nuestras costumbres, Van Nimwegen,
dedujo luego de uno de sus experimentos: que confiar a los ordenadores la
solución de todos los problemas cognitivos reduce "la capacidad de
nuestros cerebros para construir estructuras estables de conocimientos".
En otras palabras: cuanto más inteligente sea nuestro ordenador, más tontos
seremos”. Y ahí
radica mi nueva declaratoria personal de decir: Soy un lector prehistórico”.
“No todo es tuyo olvido, algo nos queda” dice el gran poeta Giovanni
Quessepp, yo quiero parafrasear esos magníficos versos del vate colombiano y
reescribirlos diciendo: “No todo es tuyo internet, nos queda el arte”, para
decir que no podemos dejar a la dictadura de Google o de Wikipedia (esa
desconfiable enciclopedia virtual que tantas veces nos ha salvado o nos ha
hecho errar) nuestra búsqueda del conocimiento.
Hemos evolucionado durante
millones de años, nuestro cerebro y nuestro cuerpo se siguen adaptando a los
cambios que sufrimos, cambios vertiginosos e imparables, la AI (Artificial Intelligence)
como denominan los gringos a la inteligencia artificial, ya está entre
nosotros, no podemos perder todo el terreno conquistado a través de siglos en
el campo del conocimiento, del aprendizaje por caer en el facilísimo de teclear
y hacer click en buscadores de la web para evitar esfuerzos mentales de
comprensión, de análisis, de debate, de creación, de exaltación de las ideas.
Estamos hechos de la suma
de ensayos y errores que como individuos hemos acumulado durante siglos y eso
nos ha hecho los hombres y mujeres que somos; ¿por qué caer en la trampa de
dejarlo todo a nuestros computadores? Si la evolución nos ha diseñado para
cosas mejores.
Mario Vargas Llosa, lúcido
como siempre nos pone a repensarnos, a buscarnos dentro de nuestros hábitos
secretos como leer libros completos como una aventura llena de placer y
descubrimiento, la de asistir a muesos y a conciertos para ver lo complejo del
arte volverse escultura o la música sublimar el alma, la de volver al teatro
para burlarnos (a la vieja usanza) del poder, la de enfrentarnos a las maravillas
de la danza o deslumbrarnos con la inagotable poesía para saber que es así que
hemos dejando huella en el mundo.
Soy y quiero seguir siendo
un lector prehistórico como nos llama Vargas Llosa a quienes aún reflexionamos
sobre lo que leemos, porque no nos subordinamos al simple hecho de hacer click frente
a la pantalla para creernos más sabios, cuando en últimas podemos tener más y
más datos pero menos conocimiento.
Y como lector prehistórico,
luego de hacer uso de las nuevas tecnologías, vuelvo entonces sobre el libro
que me desvela hoy: Soy una antología, poesía reunida de Fernando Pessoa publicada por la Editorial de Universidad de Antioquia.
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