CARLOS
HECTOR TREJOS REYES
15
AÑOS DESPUPES DE SU MUERTE
1999-2014
Manos ineptas
Me acuerdo que alguien
decía
Que en nuestras propias
manos está el fin.
Yo busco las mías y me
desconsuelo
Al ver lo que hacen.
Me dan pena. Son tan
ineptas
Que hasta para consumar
mi vida
No atinan en el blanco.
Ni siquiera saben
empuñar un cuchillo.
Si jamás han acariciado
un rostro,
Cómo pedirles que me
dejen acariciar la muerte.
Son unas inútiles;
semejan aburridas alumnas
Esperando el dictado;
porque sólo para eso sirven
Para escribir palabras y
voltear páginas.
Dichoso me sentiría si
tuviera
Mis manos metidas en el
fuego,
Pero para mí mala suerte
Las llevo metidas en la
poesía.
Carlos Héctor Trejos Reyes
Monólogo de Judas
Vengo a devolver las
treinta monedas
que no he podido gastar
en todo este tiempo.
Pero antes debo aclarar
algunas cosas.
No fui aquel que enajenó
al Supremo
fui sólo su médium, su
conejillo de indias puente
para que alcanzara la
gloria, según Él mismo decía
lo disponían las
escrituras.
Ambos reconocimos en la
playa
nuestros destinos en
contravía,
pero decidimos callar lo
fatal
que no nacía de nosotros
sino
de los tercos designios
de la altura
para que más tarde Él
fuera el mártir
y yo el discípulo cuervo
hambriento
en la vara de la cruz,
esperando su muerte.
Él no hubiera podido
llegar donde está ahora.
Al lado de su Padre que
tanto añoraba
en los aposentos
custodiados y carísimos del cielo.
No me parece tan grande
su sacrificio.
Al fin logró su
cometido, iba sobre seguro,
en cambio yo, sigo
arrastrándome en la memoria de la humanidad
con la fama más oscura
que pueda acompañar a la peor víbora.
Por mi parte, era en
verdad el Maestro.
No tenía nada qué
objetar a sus enseñanzas;
al contrario aprendí
mucho de Él
y creo que de mí jamás
le oí pronunciar un reproche,
pero la historia se
encargaría de poner
la palabra traidor
enseguida de mi nombre
y los caminos que tanto
peregrinamos
se partieron sin
remedio.
No es una apología la
que hago para lavar mis manos
ya lo ha hecho otro y de
nada le ha valido (conozco el ejemplo)
sólo he venido a devolver estas monedas que no me han servido,
ni siquiera para acallar
a mis perseguidores,
porque aunque las
malgaste siempre vuelven a mi zurrón.
Monedas que créanlo o
no, pesan más que mi conciencia.
Respuesta
Lo único que sé del
amor,
es que alguien se tiende
en la noche
a repasar una a una las
estrellas
hasta aprender de
memoria
que no está solo.
Madre:
tu hijo quiso ser
lo más humano posible,
para que no pensaras
que se te había descarriado.
Todo lo intentó. Siempre creyó
que no merecías recibir de pago un soñador.
Pero mira, pudieron más sus visiones,
no concretó la verdad.
Para él su piel aunque diferente,
le pareció normal.
Perdónalo, tal vez no quiso vivir
y tú le decías una y otra vez
que recapacitara.
Que no perdiera la vida en tonterías.
él te desobedecía siempre
apostándolo todo a los sueños.
Trampas
La poesía tal vez la deba
a mis años de infancia.
Yo de pequeño, en vez de cazar pájaros,
construía jaulas para atrapar nubes.
Las observaba en el cielo
y me parecían aves más exóticas;
porque podían de un momento a otro
transformarse en más animales
o tomar diferentes formas.
Ahora que sé que no hay musas o hadas
construyo palabras, para atrapar del aire
lo que dice el silencio.
Salvavidas
Madre, cómprame un traje de buzo.
La luna se ahoga
En el estanque de la casa.
De quién habré heredado,
tanto dolor, tanta miseria.
Si hubiese pedido mi parte
bien la recibiría; mas a nadie
le he reclamado ni una moneda; porque,
tampoco a nadie le sugerí la vida.
Es pues que tanta bondad para conmigo
la pueden retirar y dejarme solo,
contemplando la noche,
que no sé qué me recuerda.
Y a qué me llama,
que no sé qué lleva de mí en su gabán;
si mi antigua apariencia
o mi falta de no-ser.
Lo que sí sé, es que todavía hay tiempo
para que alguien me diga dónde firmo
y renunciar de una vez por todas
a lo que me fue estipulado
en este anónimo testamento.
Porque quizá conmigo…
se equivocaron de heredero.
Sin titulo
Lleno mi habitación de caracoles
para escuchar el mar
pero sólo escucho el silencio
No te desmorones,
podrías acabar de confundirme,
las paredes ya son pocas
para apoyar mi espalda
y se acaban las direcciones
en mi mapa de extravío.
Mira las astillas que pierdo con el tiempo
mira en el camino cuántas
podrían formar mi existencia –difícil tarea
para un restaurador de sombras-
si cada sombra me roba una parte de ser.
si me vuelvo más solo que mi soledad.
Necesito tu arcilla, no me temas
no soy el viento que te desfigura,
yo sólo camino por el desierto.
NOTICIAS DEL AUTOR
Riosucio. Caldas.
1969-1999.
Primer Premio de Poesía
II Juegos Florales de Manizales 1994, I Premio Nacional de Poesía Joven
Universidad de Antioquia 1995. Libros publicados “Manos Ineptas”, “Ahasverus” y
“Poemas de Amor y Desamor”. En 2006 la Corporación Encuentro de la Palabra
publicó el libro Obra Inédita, en el cual se reunían en 173 páginas muchos de
los poemas que Carlos Héctor Trejos no alcanzó a publicar en vida. Fue uno de
los poetas más valiosos de su generación, también escribió ensayos, que se han
quedado inéditos, entre ellos podríamos mencionar: “Aproximaciones a una teoría
de la poesía” y “ La evasión en Holderlin”.
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