Vivo
en una ciudad pequeña, me gusta esta ciudad de calles empinadas y de neblinas
matinales, con fondos de muchos colores en las tardes y en las frescas mañanas
de mayo la imagen de un volcán dormido como horizonte. En sus fachadas hay una
historia que soportó incendios, lluvias torrenciales y días sin agua paradójicamente.
En Manizales
nunca pasa nada, dicen los abuelos. Pero otros tiempos llegaron a estas calles.
Ahora la violencia se esconde en las esquinas y como en la canción de Rubén
Blades: "hay que andar mosca por donde sea".
No
quiero crear una imagen distorsionada de La
ciudad de las puertas abiertas como se le conoce a Manizales, tampoco
generar pánico o paranoias inexistentes, si andas con cuidado esta es una
ciudad donde se puede vivir bien; porque todo lo que necesitas está aquí. Pero
en las ciudades de hoy -desde las europeas hasta las americanas- la violencia
se instaló en muchas formas.
Y en
la ciudad donde no pasa nada, hace un par de semanas la vida de tres poetas se
vio comprometida por las navajas y los cuchillos que buscaban en las
madrugadas la sangre a la que están acostumbrados.
Mi amigo el poeta mexicano Roberto
Resendiz conoció el frío metal de la muerte y los poetas colombianos Edgar
Gonzáles y Carlos Mario Uribe sintieron como su sangre abandonaba sus venas.
Todo en hechos confusos que despertaron las limpias calles manizaleñas.
Y ¿cómo
llegar a pasar esto a tres escritores?. Es la pregunta.
Simple: la poesía
reunió a poetas de varios países y del nuestro para celebrar el día mundial de
la poesía que según sabemos es declaratoria de la Unesco y se celebra cada 21
de marzo en el Equinoccio de Primavera.
En Manizales "La Nave de Papel" es la institución encargada de celebrar esa fecha
y para ello destina una semana al encuentro con la poesía continental y con el
arte. Y por eso reunió poetas de varios países y regiones de Colombia en una
semana por la poesía en mi ciudad.
La
poesía ha sido un puente para conocernos como pueblos, ha servido para
confrontar ideas y tendencias y desde la hermandad, dese la inclusión, desde el
desarrollo colectivo de la literatura en tierras latinoamericanas es que se
crean estos espacios, estos encuentros, estos festivales de poesía.
Deben haber culpables, pero de eso se encargarán otros.
Porque los poetas colombianos y del mundo ante este hecho lo que sentimos fue
dolor y rabia, impotencia y ansiedad pero sobre todo solidaridad con nuestros
hermanos violentados.
Ya han
pasado los días y Roberto Resendiz, quién llevó la peor parte, poco a poco se
recupera después de la noche de música, versos tropeles y armas blancas y lo
sentí vital y generoso como siempre en nuestro encuentro. Vi al poeta, al amigo, al anfitrión, al ser
abierto con las ganas intactas de seguir creyendo en la poesía. Y con un largo
y fuerte abrazo comprendí que nos estábamos atando a la vida.
Bajo
el refrescante sabor de un agua de Flor de Jamaica celebro la vida y la poesía
y recuerdo estas palabras de Irina
Bokova, Directora General de la UNESCO, cuando en el manifiesto por el Día
Mundial de la Poesía escribe:
“Como
expresión profunda del espíritu humano, como arte universal, la poesía es una
herramienta de diálogo y acercamiento. Al dar acceso a la expresión auténtica
de una lengua, la difusión de la poesía contribuye al diálogo entre las culturas
y al entendimiento mutuo.”
A entendernos como pueblos y recibir a los demás poetas del mundo como hermanos -porque
han llegado a nuestra casa que es Manizales- es a lo que debemos apostar
todos.
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