domingo, 2 de febrero de 2014

ORLANDO SIERRA HERNÁNDEZ. 12 AÑOS DE AUSENCIA

12 años sin Orlando Sierra Hernández 
(1959-2002)





Por Gloria Luz Ángel Echeverri*

"Hablar de Orlando Sierra Hernández y de su obra es difícil. Primero, porque se ha convertido en un ícono del valor civil y del compromiso social de los periodistas. El caso de su asesinato ha sido un ejemplo de la impunidad que reina en el país. Segundo, porque sólo vieron la luz tres de sus libros de poesía y uno quedó inédito. Además, de sus cinco novelas, sólo una fue editada en Francia, pero es como si no hubiera sido publicada porque no llegó a Colombia.

Era un ser que tenía el alma templada para el periodismo de riesgo, pero también para la poesía y el disfrute de lo cotidiano; ese líder de masas que los manizaleños hoy tanto extrañan por su palabra comprometida con el bien común, por la brillantez de su lenguaje y su obsesión por develar verdades. Escribía semanalmente una columna titulada “Punto de encuentro” donde su interés se centraba en la lucha contra la corrupción y en la demanda porque se dieran mayores espacios de participación política en Manizales y Caldas. Su carácter rebelde, el interés por la ciudad y por las causas perdidas, el apego a la verdad y a la libertad, el amor a la poesía, esa inquietud que lo llevaba a cuestionarse siempre a sí mismo y a los demás, y su gran sed por conocer lo que decían los escritores universales, lo acompañaron durante sus 42 años.


En su poesía se develaba un hombre distinto, uno que le escribía al amor. Orlando Sierra era un niño en el cuerpo de un hombre grande, impaciente, curioso. Él mismo lo dijo en su poema “Confesión” (Simulacro del paraíso. Inédito) “Yo soy un niño terco metido en ropa de hombre mayor”. También lo era en el amor y así lo refleja unos de sus versos: Sé que hay una edad / en que se empieza a amar sin impaciencias. / No aspiro a ella. (“Anhelo” - La celebración de la nube – 1992).

Han pasado ocho años de su partida, pero sus enseñanzas viven todavía entre nosotros, sus compañeros de trabajo y de la vida, y también entre sus alumnos de los talleres de poesía. Sus pasos apresurados, su exigencia en la escritura, su amor a la existencia y a la libertad, también nos acompañarán por siempre. Extrañamos al niño-hombre que con tanto humor nos hacía reír y gozar la vida como él lo hizo. "

* Comunicadora Social y Periodista. Especialista en Cultura. Editora de Papel Salmón – La Patria.

Nota. Con la colaboración de Gloria Luz Ángel, reproduzco unas palabras que escribió hace ya 4 años cuando se cumplía el octavo aniversario del asesinato del poeta. Con la complicidad de la misma Gloria Luz publico una selección de poemas que cantan al amor y a la mujer.

POESIA

Por Orlando Sierra Hernández


DESDE EL PRINCIPIO

Antes de que la carne
se impusiera a tu vida
y fueras tan perfecta como un remordimiento,
ya estabas por el mundo.

Tú te llamaste noche
en el principio de los tiempos,
pues fue sustancia de tu largo cabello,
lo que le puso el negro al firmamento.

Fuiste la piedra en la honda de David
- ella fue un ojo de tu cara
cuando se ponen fieros -
También pulso y flecha y aire
y manzana y sentimiento
el día remoto en que Guillermo Tell
se las jugaba todas con sus sueños.

Tú ya has estado aquí de muchas formas.
Rayo de sol has sido, granizo, rueca, viento.
Fuiste arena en la playa,
espuma de mar, isla de náufrago
y aún llegaste un día
hasta el lugar del sueño.

Tú estabas, tú mudabas, persistías,
dabas tumbos, volvías,
renacías en esto o en aquello
y todo por irle haciendo tiempo
a la parte de la carne,
por esperar a que estuviera aquí
para que fuera entre nosotros el amor,
y no volver al todo,
sin decirnos por siempre y para siempre
“te quiero”.


A LA ESPERA

Si algún día, muchacha
has de estar a mi lado,
que seas como el sombrero de copa
entre los guantes del mago:
toda llena de asombros.

Que cuando vayamos por un parque
y porque sí
empieces de pronto a desprender palomas
o conejitos blancos.

Que de tus manos broten rosas
como en el tercer día de la creación,
peces rojos, pañuelos anudados,
sueños de ambos,
de modo que hasta el sol haga un alto en la tarde
por quedarse a mirarnos.

Muchacha que aún no estás,
mas que yo espero,
tú no sabes aún los poderes que tienes
en ese corazón a la altura del pecho
y del milagro.

Por favor, llega pronto.

  
HUELLA DEL AIRE

Qué de prisa se pone el viento
allí donde tú estabas,
cómo copa el espacio que dejaste
y te va entregando ese otro
que quieres o le impones.

El viento es esa arcilla que moldeas,
no con manos tan solo,
con cuello, con caderas.
Porque tú sabes abrirlo con el pecho,
penetrar en él con esas leves
columnas de tus piernas.

Tú por el aire vas,
tú vas haciendo siempre la escultura
perfecta,
en ese espacio al que impones
el tamaño de tu presencia.

Tú por el aire en que marchas,
me vas dejando tu huella.


AIRE DE AMOR

Llené el cristal de la ventana
- aquella que mira de frente
hacia el paisaje –
con el vaho caliente
de mi respiración.
Entonces operé el prodigio:
escribí tu nombre
en el aire de mi cuerpo.


EN TORNO A LA LÁGRIMA


Lágrima: agua de sueños,
mar sin peces, sin algas, sin náufragos
para ese sucio de arena
que se halla bajo el párpado.

Lágrima: fruta del aire
que revienta de pronto de la flor de los ojos
y da de beber
a las tristezas.

Lágrima: piedra al cuello
del alma, transparente cultivadora de arideces
para esa tierra de amores
que llevamos dentro.

Lágrima: surtidor de olvidos.


EL MUNDO SOBRE TU VOZ


Me gusta tu voz
por el teléfono, nítida como la mirada de un niño.
Tu voz que corre bajo la ciudad,
que no reciente la pisada de los transeúntes en el asfalto,
que pasa por debajo de la cama del amor
de dos que tornan uno su deseo,
que no respeta el rojo del semáforo,
la anciana que cayó muerta de repente, arriba,
sobre una tapa de alcantarilla.
Tu voz que no se cansa por los kilómetros que recorre
y que me timbra de pronto como una alarma
cuando sé que la espero.
Tu voz, amor,
sobre la cual pasa esta ciudad de ambos,
me dice siempre un mundo, mientras me dice un beso.
Me gusta tu voz por el teléfono.


LLAMADO

Si tienes sed de amor,
            ven a mí:
mi corazón es un oasis
con manantial
            y pozo del deseo.


MIENTRAS LLEGAS

Mientras llegas al lugar de la cita
pongo el mundo a mi disposición,
para que haga la avanzada, el comité de recepción
de nuestro encuentro.
Yo soy tu voz que dice: “se me está haciendo tarde”
ese piropo tierno que te hecha el albañil,
aquel taxista joven que de pronto
sigue tan solo la ruta de tus pechos
por el retrovisor,
ese humo que entre las formas del aire
va dibujando caprichos para tus ojos de sueño
(sobre todo caballitos de mar y cabezas de becerros).
Yo soy la canción de amor que te distrae la ruta,
ese semáforo en verde
al que aspira tu premura,
la avenida desierta,
el niño que alza la mano para entregarte su adiós.
Yo todas esas cosas soy y soy muchas cosas más,
y cuánto mires y oigas
mientras vienes a mi encuentro,
porque en todo me reparto por venir a irte queriendo,
por estar siempre contigo,
haciéndome la antesala mientras yo mismo aparezco.

CAMPANAS AL VUELO

Las puntas de tus pezones
son delgados badajos
de las campanas de tus senos.

Al vuelo, en las noches,
tocan airosos para convocarme
al sagrado ritual
de nuestros cuerpos.

Cuando los muerdo,
- como un monje loco -
brotan sonoros de tus labios
amplios repiqueteos
y emprenden entonces un asustado vuelo
los pájaros que anidan
en la espadaña de tu pecho.


LETANÍA POR LA MUJER DESNUDA

Una mujer desnuda
es un ancla del sol en mitad de la noche,
un delfín que te guía
a la playa de los sueños.

El corazón de una mujer desnuda
es un arrebol perpetuo
en el horizonte del pecho.

El aire que la asedia
es leve capa
tejida con suspiros de deseo.

Una mujer desnuda
es un luminoso párpado del cielo,
la piel bajo las uñas
del silencio.




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