El
año pasado, el poeta Ómar Ortiz celebró 25 años de publicaciones de su revista
LUNA NUEVA con un libro antológico sobre poesía colombiana titulado LUNA NUEVA, Antología Múltiple II. Diecisiete miradas a la poesía colombiana.
Hice parte de los 17 escritores colombianos que seleccionamos los poemas
incluidos en el libro. Entre los míos estaba, como en muchos otros, la poesía
de Álvaro Mutis. Este es el poema que elegí entre su obra. Lo dejó como un
pequeño tributo a uno de los más grandes escritores de la lengua castellana en
el siglo XX.
(…)
Me refugio en un poema que siento cercano en su propuesta vital, es el poema “204”
el cual murmura algo así como: estoy hecho por un hombre que escucha el
mundo. Ese hombre es Álvaro Mutis
(1923), un autor que desde su narrativa también nos acerca a su universo
poético, pues su palabra del mundo es la misma que mis ojos ven a diario en
este país de ausentes. Una realidad matizada por la poética, la misma que hace
del acto creador un deslumbramiento.
Y es que Mutis supo bautizar estas montañas, sus verdes caminos, sus sonoros ríos y el espíritu de los hombres que lo habitan. “204” es acaso el latido del corazón de un pueblo o una ciudad que se hace universal y ya no importa si está ubicado en India, en Uruguay o en Colombia, en el poema la historia personal de un hombre atento a los signos se hace universal desde la palabra y nada queda oculto.
Y es que Mutis supo bautizar estas montañas, sus verdes caminos, sus sonoros ríos y el espíritu de los hombres que lo habitan. “204” es acaso el latido del corazón de un pueblo o una ciudad que se hace universal y ya no importa si está ubicado en India, en Uruguay o en Colombia, en el poema la historia personal de un hombre atento a los signos se hace universal desde la palabra y nada queda oculto.
204
I
Escucha
Escucha Escucha
la
voz de los hoteles,
de
los cuartos aún sin arreglar,
los
diálogos en los oscuros pasillos que adorna una raída
alfombra
escarlata
por
donde se apresuran los sirvientes que salen al
amanecer
como espantados murciélagos.
Escucha
Escucha Escucha
los
murmullos en la escalera; las voces que vienen de
la
cocina donde se fragua un agrio olor a comida
que
muy pronto estará en todas partes, el ronroneo
de
los ascensores.
Escucha
Escucha Escucha
a la
hermosa inquilina del “204″ que despereza sus
miembros
y se queja y extiende su viuda desnudez
sobre
la cama. De su cuerpo sale un vaho tibio de
campo
recién llovido.
¡Ay
qué tránsito el de sus noches tremolantes
como
las banderas en los estadios!
Escucha
Escucha Escucha
el
agua que gotea en los lavatorios, en las gradas que
invade
un resbaloso y maloliente verdín. Nada hay
sino
una sombra, una tibia y espesa sombra que todo
lo
cubre.
Sobre
esas losas -cuando el mediodía siembre de monedas
el
mugriento piso- su cuerpo inmenso y blanco
sabrá
moverse, dócil para las lides del tálamo y
conocedor
de los más variados caminos. El agua lavará
la
impureza y renovará las fuentes del deseo.
Escucha
Escucha Escucha
a la
incansable viajera, ella abre las ventanas y aspira el aire
que
viene de la calle. Un desocupado la silba desde la
acera
del frente y ella estremece sus flancos en respuesta
al
incógnito llamado.
II
De
la ortiga al granizo
del
granizo al terciopelo
del
terciopelo a los orinales
de
los orinales al río
del
río a las amargas algas
de
las algas amargas a la ortiga
de
la ortiga al granizo
del
granizo al terciopelo
del
terciopelo al hotel
Escucha
Escucha Escucha
la
oración matinal de la inquilina
su
grito que recorre los pasillos
y
despierta despavoridos a los durmientes,
el
grito del “204″:
¡Señor,
Señor, por qué me has abandonado!
Álvaro Mutis
Del libro Poesía Prosa. Álvaro Mutis. Biblioteca básica
colombiana. Instituto Colombiano de Cultura.1981.
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